
Si pudiera rescatar uno de los momentos más felices de mi niñez, sin duda es cuando salía a jugar a la calle futbol allá por el año de 1986. No fui a ningún partido del mundial porque no tenía ni un quinto, pero seguí todos los partidos por televisión, sobre todo los de México y Argentina.
Ese año tenía una pregunta existencial ¿Ser como Manuel Negrete o como Diego Armando Maradona? Click To Tweet
Sí, jugaba en la calle con mis amigos y me iba narrando cada una de las jugadas; me imaginaba como Diego llevándose a uno, dos, tres, hasta llegar al área del enemigo y meterla.
Cuentan las malas lenguas que yo era bueno jugando, pero después algo pasó; no sólo me distancié, sino que hasta llegué a odiarlo. Cuentan las malas lenguas que después de fallar una clara llegada de gol contra el Instituto Oriente dije: ya no más, esto no es lo mío. Ni hablar.