Las anécdotas del General Charis

Charis

Llevo oyendo muchos años las anécdotas del General Charis y ahora me doy a la tarea de recopilarlas para ponerlas a disposición de todos mis lectores. Ahí van las tres primeras.

 

Chicu Xiña

Las muchas anécdotas del General Charis, abarcan no solo su época como revolucionario, sino, también, la etapa de su destacada actuación como líder y benefactor de los pueblos istmeños. Es tan extenso su anecdotario, que hay algunas que mencionan hechos que le sucedieron en su juventud e inclusive su niñez.

Se dice que de niño, en la escuela, tenía de compañero a un primo suyo al que apodaban “Chicu Xiña” (en zapoteco significa Francisco Caramelo), y el apodo se debía que la mamá vendía dulces en el mercado. (Por cierto, este personaje, primo del General Charis, se llamaba Fracisco Castillo y llegó a ser, también, General del Ejército). Este primo, al igual que Charis, era de origen humilde, pues su mamá, además de vender dulces, lavaba ropa ajena, por lo cual todos decían que era lavandera.

Resulta que un día, en la escuela, el maestro explicó a sus alumnos el significado de los símbolos Patrios: ¿Qué significa la Bandera Nacional? ¿Por qué debemos honrar a nuestra insignia patria? etc., etc…Al día siguiente, el maestro pidió a sus alumnos comentaran la clase anterior. Algunos contestaron según su entender, otros nada. Al llegar el turno a “Chicu Xiña”, y preguntarle el maestro, para él, ¿qué era la Bandera? “Chicu Xiña” se  levantó girito, casi se cuadró y emocionado respondió:

-Maestro, para mí, lavandera es mi madre.

-Muy bien, comentó satisfecho el maestro.

-Ahora tú Heliodoro, dijo, dirigiéndose a Charis.

-Dime, ¿qué es para ti la Bandera?

Charis, al igual que su primo, se levantó como resorte, y, en posición de formes, contestó:

-Maestro, para mi, lavandera es mi tía.

 

Queso de Cuche

EL General Heliodoro Charis Castro, era muy dado a buscar formas y maneras de ayudar a sus paisanos. Trataba siempre de encontrar medios para que los juchitecos mejoraran sus condiciones de vida. Beneficiar a sus paisanos fue siempre su premisa, en todos los cargos que tuvo como hombre público en la región del Istmo de Tehuantepec. Si iba a algún Estado de la República, y veía alguna obra útil a los ciudadanos, inmediatamente preguntaba todo lo relacionado con ella, para así trasladar la ejecución a su pueblo.

Cuentan que un día fue al Estado de Querétaro. Ahí lo llevaron a ver los grandes establos y chiqueros, así como las grandes fábricas de queso y mantequilla. En uno de éstos lugares le mostraron además de los famosos quesos queretanos, algo que no conocía: el queso de puerco. Charis se quedó pensativo, intrigado, sobre esto último, pero no preguntó nada. Llegando al Juchitán de sus quereres, inmediatamente juntó a sus principales colaboradores. Les dijo:

Acabo de conocer en Querétaro el queso de cuche (puerco). Así que de ahora en adelante, toda la gente que tenga cuches (puercos) que los ordeñe, y así vamos a vender aquí en Juchitán, el mejor queso de cuche (puerco).

Eso dicen que dijo…

 

Guatemala

Siendo presidente de la República el Lic. Adolfo López Mateos, el gobierno de nuestro país tuvo algunos problemas políticos con el gobierno de la hermana República de Guatemala, que presidía el General Idígoras. Hubo, con ese motivo, en la capital de la República, y en todo el país, violentas manifestaciones protestando contra la política de dicho General y apoyando a nuestro Primer Mandatario.

“GENERAL HELIODORO CHARIS CASTRO PUNTO COMANDANTE TRECEAVO BATALLÓN JUCHITECO PUNTO ESPERA ORDEN INVADIR GUATEMALA PUNTO QUEBRO YDÍGORAS PUNTO PERDONO VIDA YDIGORAS PUNTO URGE CONTESTACION PUNTO”.

Los que hicieron la Revolución

Esta anécdota, mucho le gustaba comentarla al Lic. Carlos A. Madrazo, como ejemplo de los hombres-campesinos-que hicieron la revolución. Claro, con diferentes protagonistas.

Cuentan que cuando Charis se incorporó al Ejército Revolucionario, “…en demanda de libertad y justicia para mi pueblo”, era un humilde campesino juchiteco, a quien sus jefes de inmediato distinguieron por su natural inteligencia y desarrollada intuición. Por ello, en uno de sus primeros combates, cuando las ametralladoras enemigas barrían el difícil avance de la tropa, su comandante, el Gral. Joaquín Amaro, lo llama, urgentemente, y le ordena tajante:

Agarre doscientos hombres y tómeme ese cerro, en menos que el aire…

Heliodoro Charis Castro, el campesino, el antiguo cazador de iguanas, todavía con el destartalado sombrero “tehuano” cubriéndole la pelambre desgreñada, remeda cuadrarse, respondiendo, con sinceridad conmovedora.

-Persone usted mi general. Nomás déme cien, porque con más me hago bolas.

A grito pelado y pecho abierto, el cerro fue conquistado.

Esos fueron los hombres que, como Heliodoro Charis, hicieron la Revolución Mexicana.

 

Bota

En el Juchitán de sus amores, nada de lo que ahí sucedía le era ajeno al General Charis. Lo mismo lo buscaban para una “ramada”, una Vela, una “tocada”; compadrear un bautizo, pedir novia, presidir un velorio, etc. La vida social y política giraba a su sombra, como en torno a un clásico Patriarca. Él, a todos escuchaba, apapacha, aconsejaba. De sus compadres y ahijados el pueblo estaba lleno. Era el personaje más importante de la población. A todos ayudaba y en todo participaba.

Un día, llegaron a verlo unas monjitas que estaban instalando una escuelita particular en el pueblo. Le solicitaban al General, una ayuda económica para construir dicha escuela. Tratando de sensibilizarlo, le argumentaron:

-¿Chita, de bota? ¡No! ¡De bota yo! Chita de guarache.

Sócrates

Fama tenía el Genral Charis, siendo Diputado o Senador, de qué, cuando hacía uso de la palabra, en la tribuna de esas Cámaras, siempre se hacía notar por su lenguaje folklórico, sus cuatrapeadas palabras y lo ingenioso de sus argumentos.

Célebres fueron sus intervenciones en la tribuna, cuando defendió su “caso”, la primera vez que jugó como candidato a Diputado Federal. Inolvidables también fueron, sus participaciones, al discutirse temas referentes a la intervención de otros países en nuestros asuntos.

A propósito. Se comenta que cierta ocasión, en que se planteaba en la Cámara de Diputados un problema referente al Istmo de Tehuantepec, el Diputado, General Charis, pidió el uso de la palabra. Ya en la tribuna, entre otras afirmaciones expresó:

-Yo, como Sócrates, en este problema, me lavo las manos.

Desde el fondo del salón, alguien le gritó:

-¡No fue Sócrates…fue Pilatos el que se lavó las manos!

Rápido, Charis replicó, ingenioso:

-¿A poco Sócrates no se lavaba las manos?

La Cámara retumbaba a carcajadas.