
Desde que mi mamá cayó en estado de coma, hemos tenido la dicha que recibir a muchos amigos y familiares para expresarnos su solidaridad. Es un sentimiento fuerte, pero al mismo tiempo me ayuda a entender que la muerte es una forma de vida. La próxima muerte de mi madre me abre perspectivas de vida, me lleva por caminos insospechados hacia una vida distinta. Aprecio mucho los abrazos, los llamados al ánimo, el esfuerzo, las lágrimas y las palabras que recrean los momentos bellos que mucha gente pasó con mi madre.
Por ejemplo, este fin de semana recibimos a mi primo Alberto Toledo y a mis sobrinos. Tenía años que no teníamos la oportunidad de estar en la mesa de la cocina de mi mamá, como lo hacíamos hace algunos años. La cocina, ese espacio en donde se habla tanto, donde se sueña y ahora aunque la tratamos de pasar bien, también se ha convertido en un lugar de nostalgia.

Después de la muerte de mamá la familia continuó llegando. La siguiente foto fue tomada unas horas después del velorio de mi mamá.
